sábado, 8 de noviembre de 2008

La Doncella de las Mangas Amarillas

Capítulo 5 Noches en poemas… la luna da luz, la noche abrigo

La locura la abrazó aquellos días y le habló por las noches; para evitar que huyera o que en su pérdida de juicio se hiciera daño a ella o a alguien, prejuzgándola, y no solo por su terrible enfado al ser capturada, si no por cuestiones políticas y económicas…los nobles, a espaldas del Rey querían eliminarla, como así también su descendencia.

Encerrada quedó en un cuarto digno de ella, encerrada para que no salga, para que no entraran. Su única compañía era el sol que entraba cada día como un amigo que cumple con su eterna promesa.

Aborreció tanto su soledad, que aborreció ese lugar, odio a todos los hombres que veía y hasta llegó a hacer lo que nunca hubiera hecho, reprocharle a Arren su pronta partida… haberla dejado así, sin nada, completamente sola con su soledad…

En ese tiempo, los cuales fueron 633 días contados, con los dedos, con las manos, 663 noches en las cuales siempre pensó en él y llegó a aumentar el poder de su mente, el poder que tenía por amor a él solo. Todos y todo se centraba en Arren.

Esas noches escribió sobre sus sueños, sobre su ser, sobre ella y sobre Arren.

La primera noche fue un mar de llanto, las posteriores se resumen en los siguientes escritos en los cuales se reflejan como en un espejo de agua…aquellas noches.

Noche n° 36 “El encierro”

No te vallas sin mi

donde no pueda verte

donde no pueda amarte

donde no pueda mirarte

donde no pueda abrazarte

donde no pueda extrañarte

donde no pueda llorarte

donde no pueda soñarte

Pues si te vas,

yo me voy,

se va mi voz,

se va mi amor,

se va mi ser,

se van mis letras,

se van mis sueños,

se va mi vida,

se va mi muerte,

se van mis ganas de verte

Perdón por todo lo que dije,

perdón por todo lo que no dije,

perdón por romper mis juramentos

pero nunca pude negar, ni obligar,

ni someter, ni atormentar,

ni siquiera encarcelar

a todo en lo que creo…

Nunca podré negar a mi Dios,

nunca pude someter a mi amor,

nunca pude atormentar a mi corazón,

nunca pude encarcelar a mi ángel,

nunca pude negar que te amo.

Si te corrí y no te alcancé

no corras a un lugar

donde no pueda verte,

donde no pueda seguirte.

No me obligues a olvidarte,

no me obligues a negarte,

no me obligues a separarme de mi sentir.

Ahora juro, ahora declaro

ahora te digo,

que estas en mi vida,

sos parte de ella

de sus sueños y sus deseos

déjame ser parte de la tuya

y no te desvanezcas en las aguas,

quédate aquí

quédate… por mi.

Noche n° 260

El aire no respira,

la oscuridad me ilumina,

no sé si fuiste realidad,

no sé si fuiste un sueño,

no sé si fuiste o viniste,

o quizás fui yo quien te encontró…

en la vida o en la fantasía,

pero mi realidad fue sueño,

y mi sueño realidad.

Noche n° 413

La frialidad de su alma

se extiende por toda la habitación,

A oscuras siento el baño de luz

que me cede la luna.

Noche n° 577

Mi alma es como un papel

papel que flota,

rueda y bota.

Noche n° 663, última noche.

Antes de nada, era lo que esperaba…

nada de él le quedaba, ni siquiera su mirada…

y otra vez en espera de su dulce llegada

a su regreso se resguardaba;

tanto lo deseó que así ocurrió

pero ella ya no estaba…

Se ahogaba en el aire

se calmaba en el aura…

su moribundo destino

no la dejaba creer.

No creía en su pérdida de juicio

pues alguna vez

había oído de su boca

palabras que la volvieron loca

que el maldito viento

como testigo,

se las llevó…

sin dejar pruebas a su favor.

Nunca lo hubiera sabido

pues siempre fue su deseo

jamás cumplido.

Se dejaba llevar por el viento

se dejó su alma,

se dejó su cuerpo,

se quedó con su espíritu

y se lo llevó el viento.

Quería ser su sombra,

quería ser su luz,

quería ser franca,

pero no le dieron la oportunidad de confesar,

todo lo dificultoso que habían sido

esos interminables días

esas 663 noches desveladas,

esas 663 tardes sin sentido,

esos 663 días en las nubes…

Cada día amanecía sin sol

cada noche se llevaba la luna,

la luna, luna lunera,

fiel compañera,

ya que ella también espera,

nada mejor que las dos que aguardan a tiempo…

a que llegue su tiempo.

Descansó… y despertó en una estrella

sintió su sangre correr por ella

su lágrima rodaba el color de su mejilla

a su vera quería estar,

a su vera quedaría

desde esa estrella lo cuida…

a veces él voltea y ve su resplandeciente luz

a veces ella voltea y ve a su estrella…

Lloraba, lloró cada noche

cada una de las 663 noches

se llevó parte de su ser

se llevó su alegría,

se llevó su vida,

se llevó su poesía,

se llevó su niñez,

se llevó su paz…

le dejó una guerra en mente,

le dejó llorando nuevamente,

le dejó esperando la muerte.

Y sin esperanzas transcribe,

los últimos despojos de su amor

con su aroma a rosas

jura injurias y jura designios

transcribe ruinas,

transcribe glorias,

transcribe y escribe lo que quedó.

Vinieron a buscarla, sus heridas habían sanado, pero en sus ojos se resguardaba una gran ira, que daba temor. Abriendo las puertas de par en par, le exigieron que diga cosas, que responda preguntas que no entendía, todo lo relativo al poder que obtuvo por medio de su sangre…que volvía a correr en ese momento por el sucio suelo, la torturaron y culparon de sus heridas a su locura, locura de querer ahora más a su soledad, más a sus silencios.

Sobre el dolor corporal, sobre todas las torturas que recibió sólo se encontró el siguiente extracto de un cantar de época:

“Gritos atronadores,

los gritos encerrados

entre paredes,

al abrir la puerta salen a relucir,

aunque la voz con los años se ha apagado

los gritos clama aún…

ya todo les había dicho,

y ahora su placer

se refugiaba en su dolor.”


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