miércoles, 28 de noviembre de 2007

Mar


Los hombres ya no rinden culto ni ofrecen sacrificios a las grandes bestias que dominan el mundo, ignoran que tengan vida más allá de su presencia física, las toman como objetos pero estas fieras ofendidas y hambrientas despiertan y en ocasiones toman lo que les dejan a sus pies, como ofrenda, y son aún más dichosas si el sacrificio tiene vida, sueños, ilusiones y sentimientos profundos e inmortales como ellos.

Al tacto se sentía una brisa fresca, el aire puro llenaba los pulmones y los pies cansados daban a relucir un paso un tanto ineficaz. La noche caía lentamente, casi sin que nadie se diera cuenta y mostraba un sol que al ocultarse dejaba el cielo bañado de un tinte rosado.
Soplaba un leve viento que hacía mover sus cabellos al compás de su silbido. No dejo de caminar pues aunque cansado su paso continuaba firme en busca de algo que se encontraba aún más adelante y por lo cual había que caminar para alcanzarlo… y al llegar a el no se rendiría haría valer cada paso pisado, cada huella en la arena.
No pretendía que fuera una simple caminata, un simple juego, tan solo lo veía como parte de su vida, pues no lo podía hacer ajeno a ella como muchos hacen para apartarse de su vida cotidiana, la cotidianeidad no era su vida, su vida era la misma en la cual estaba inmersa.
Llevaba consigo lo que traía puesto, su vestimenta nada común, todos los colgajos que en realidad eran joyas dadas por sus seres amados y miles de ilusiones, un par de sueños y un destino, nada de documentación, nada de dinero, nada para la defensa personal, ni llaves, ni utensilios ni celular.
Su vista tan solo fija en el punto de fuga de su perspectiva donde iban a parar todos los rayos del sol, mientras disfrutaba del agua de la orilla que le acariciaba suavemente sus pies, se retiraba y volvía, se retiraba y volvía…mientras continuaba su andar.

Una gaviota surco el cielo gaznando fuertemente, atrajo su atención y la vio esfumarse en el horizonte del mar mientras la misma volaba hacia el sol, allí pudo verlo, una sombra sacudiéndose en medio de aquel mar abrupto en un día que había sido de tormenta en donde nadie lo había ido a contemplar en toda su inmensidad y belleza. Aquella figura estaba llamándola, necesitaba de su ayuda y no podría esperar a alguien más. Sin dudarlo un momento, la muchacha acudió en su ayuda, llamando a gritos a alguien que se diera cuenta de lo que estaba sucediendo, pero nadie la escuchó. Se lanzó al mar lo más rápido que pudo, la figura se estaba hundiendo y al parecer era un joven muchacho luchando contra un gigante que le aferraba los pies, la muchacha nadó hasta detrás de la rompiente hasta llegar a un punto donde intentó tomarle de la mano, aquella mano tanto tiempo anhelada a la cual había ido a buscar en un principio pero el mar la arrastraba y lucharon ambos y pudieron tomarse de la mano, tocarse, al hacerlo el joven se hizo bruma y espuma y desapareció.

Los pasos fatigados, pero aún caminando luego de un largo viaje, el sol ocultándose mientras dejaba relucir a un joven esperanzado con los ojos ilusionados, ya se acercaba el momento de poder encontrar su dulce rostro y contemplarlo infinitamente, cargaba en su espalda solamente ilusiones y la brisa fresca sobre su rostro le daba el aliento necesario para dar un paso más. Las olas acariciaban sus pies…y una gaviota surco el cielo y llamo su atención y su vista se clavo en el horizonte…y vio una sombra sacudiéndose en medio de aquel mar abrupto.


Celeste M.Fasio

Una historia


Una vez leí un libro que me contaba una historia diferente
Nunca terminaba y siempre tenia algo más para contarme
sus páginas se extendían y se borraban a la vez que las leía
lo que leí una vez, no lo volvería a leer
si una historia se acababa en mi memoria solo se guardaba
y las páginas continuaban ... se sucedían infinitamente
Celeste M. Fasio

lunes, 26 de noviembre de 2007

“Sé que todas esas piedras sudan dolor. Nunca las he mirado sin angustia.” Albert Camus



2/12/05
Será que ahora se encontraba sin ganas de levantarse, se decidió aquel día no quería salir, no quería ver el mundo y todo lo que llevaba en él.
Se quedó allí tendida pensando que hacer o mejor que no hacer.
Le resonaba en la mente “los sueños, sueños son”, buscando alguna realidad en esa frase, pero le resultaba difícil encontrarla. Pensaba que hacer para que el mundo fuera lo que deseaba, pero recordó que no era la única persona en él.
Miraba al techo, no miraba nada, quería volar pero sin alas, buscaba la forma de escapar, pero nadie tenía las llaves de aquella prisión.
Pensó que quería ser, y se dijo, no soy lo que quiero. Se hundió entre sueños cansada de no poder controlar ni siquiera sus impulsos, como quien dice uno no decide, sólo desea… el corazón no tiene razones. Hundiéndose en el sueño pudo volar, no así despertar.
Su ser alimento a otro ser y así se hizo la cadena.
Hace una semana tropecé con una piedra, caí y caí, si solo volar pudiera,
Tomé esa piedra y en su definición decía que era formada a partir de restos vegetales o animales, restos de todo, en fin me choque con sus ser, su esencia, la cual me arrojo a la tierra y no pude volar, solo quería, quizás, que pusiera los pies sobre la tierra.



Celeste M.Fasio