lunes, 3 de marzo de 2008

La Doncella de las Mangas Amarillas



Capítulo 1

La Doncella de las Mangas Amarillas me pidió que contara su historia, me mostró donde yacía, me mostró dónde vivía. Todavía se encontraba dormida y sin embargo me decía “esta será tu opera prima”.
La Doncella de las Mangas Amarillas me mostró su historia y me pidió que la guardara, me envolvió en sueños y se mostró dormida mientras yacía en una cúpula, resguardada, resguardada hasta que despertara. A su lado en el norte yacían grandes reyes, a su lado en el sur yacían grandes nobles, al este y al oeste personas que guardaban en sus manos pedazos de su corazón que aún latía y se desangraba. La montaña resguardó sus sueños y derramó ríos de lodo sobre el jardín reluciente y radiante de luz que se posaba en el medio de la montaña arbolada.
Lo último que dijo en ese tiempo fue lo que transcribiré a continuación, mientras ella suavemente me va diciendo su canción al ras del oído.
“Me he cansado de esperarlo, no sé si vendrá o si nunca llegará. Si llegara a ocurrir que nunca me pueda descubrir… mi corazón no resistirá la pena de semejante soledad, ya ha partido hace más de 10 años y desde esa fecha nada he sabido de él, excepto que a la región a la que se dirigía ahora figura como un hueco en los mapas. El Reino esta devastado y sólo basta que ellos vengan por mí, pero jamás lo lograrán pues si he de morir que sea por una daga manipulada por mí antes que por la de uno de ellos.
Por favor, a mi gente, que sabe que la amo y a las personas que tienen mi corazón, quisiera que lo conserven hasta que él regrese…”
Y en diciendo esto, viendo bajar de la montaña el gran ejército invasor que destruía todo a su paso que contuviera vida, hundió una daga que había pertenecido a su padre, ahora desaparecido.
La daga no era lujosa, sino de una madera bastante ruinosa y de un hierro oxidado por los años. Casi como si no sintiera dolor, como si fuera una inmortal, tajó su corazón en varios pedazos. Nadie lo pudo explicar, pero todo fue adjudicado al gran Zeus, ya que un rayo iluminó todo el mundo y dejando intacto el resto del cuerpo, hizo que su corazón estallara en un haz de luz en innumerables trozos, los cuales, los más grandes cayeron como si volaran solos en las manos de su madre, de sus amigos y de su pueblo.
Calló al suelo con una sonrisa en los labios e intacta, a excepción de un pequeño hueco en medio de su pecho.

Su cuerpo jamás se descompuso, sólo sigue esperando a quien traiga su corazón entre sus manos y la devuelva a la vida.
Los soldados y gentes de su pueblo la protegieron con sus vidas hasta el último segundo, el último suspiro y la escondieron en un lugar donde sólo el que debía de descubrirla la encontraría.
Todo lo que de ella se sabía murió con su pueblo que decayó ante los mal nacidos.

Aún queda esperanza para esta joven princesa del Antiguo Reino, pues hoy un muchacho con algo brilloso que resguardaba en sus manos, caminaba entre las ruinas de aquel inmenso imperio. Nunca sabe uno cuánto debe esperar, quizás milenios, pero lo seguro es que llegará.
Que raro…todavía no me dijo su nombre.

“La canción que soñé, la canción que yo vi,
hay está, no se fue, la canción que viví
Hay está y no se fue de los ojos de mi ser.”

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